(el oficio de vivir)
Cesare pavese in memoriam
hay una imagen que espanta mis pasos y burla mi intención de concentrarme en clase: tú, debajo de mí, envolviendo tus dedos detrás de mi nuca y jalándome hacia tus jadeos. no me soportas cuando estás lejos de mí; pero la lejanía es un tormento cuando nuestros ojos se encuentran. mi niña de voz ronca, ¿llegará el día en que los detalles dejen de encadenarme a tu sonrisa?
“no hay otros paraísos que los paraísos perdidos,” cita el profesor. y vuelvo a enceguecer. la noche oscura y anhelada en una ciudad demasiado caliente hace eco en mi espina dorsal. le pregunto a borges, pues preguntarte a ti es vergonzoso: ¿habrá forma de volver al edén?
la historia de mi desdicha es la historia de la poesía. partimos de un recuerdo apreciado como un cigarro, cancerígeno como un cigarro. por ello la obsesión. por ello la tragedia. por ello la imprudencia a la hora de exhalar el humo y manchar la página con versos de ceniza.
somos mártires quienes escribimos: la desnudez que no palparemos será el consuelo de nuestros lectores.
somos mártires. ¡pero cómo quisiera abandonar la pluma, tragar toda la tinta y quedarme con la música de tus caderas.