Autotraducción: Retos actuales para difundir nuestra palabra.
La autotradución es una actividad y un compromiso ético-político que lo hemos asumido como escritores de pueblos originarios con el objetivo de acercar nuestra palabra escrita, indecible a los que no comprenden nuestra cultura, indecible a los que no comprenden los muchos nudos amarrados en nuestra expresión, a los que no comprenden los testimonios de nuestra memoria colectiva en el que atraviesan nuestra historia y mito, en nuestra lengua nombramos nuestra cultura fundacional que confluyen en el ritmo de nuestro presente como labranza conciliar de nuestro ser, todo esto no nos entienden si únicamente nombráramos en tsotsil, ahí radica la relevancia de la autorreducción. Además, nuestros escritos tienen que ver con la renovación de lo sagrado, de nuestras angustias, de los acontecimientos cotidianos de nuestra vida entretejida con las circunstancias a la palabra comunitaria.
La autotradución siempre se ha visto como algo obvio, por eso, no se le ha dado la atención adecuada, recuperar la experiencia desde este campo, el juego entre la combinación y la construcción de palabras ha sido el recurso que más ha contribuido a lo largo de un nuevo repertorio lingüístico en nuestra lengua, pues 14 años de ejercicio literario me ha arrojado no solamente experiencia en la construcción de neologismos, sino también en la recuperación de las palabras en desuso y que se incorporan en la misma carga semántica o con una nueva. Sin duda, el trabajo poético se acude al juego de palabras dentro de las oraciones que fungen para escalar otros niveles de uso del lenguaje no analizadas aun, pero que nos ha dado la oportunidad se seguir encontrando nuevas formas de construir y de usar nuestra lengua.
Por lo tanto, en la autotradución implica un reencuentro epistemológico, en el cual confluyen dos lenguas, dos visiones, dos realidades, “tanto el tsotsil como el castellano”, para someterlas a un proceso dialéctico de innovación literaria desde la recuperación histórica del pueblo tsotsil.
Para escribir en tsotsil, primeramente es un reencuentro con el sentir-pensar intersubjetivo donde esta anclado el núcleo de nuestra memoria, para el no olvido de la relación con la madre tierra, la perdida lingüística significa el olvido sustantivo de lo que somos, de lo que comemos, de lo que trabajamos, de nuestros procesos cognitivos, al compartirnos nuestros mayores ciertas expresiones profundas y guardadas en sus corazones, no es gratuito, les ha costado discriminación, marginación y muerte, por el simple hecho de ser diferentes o considerados como indios ignorantes y carentes de razón.
Por lo tanto, al escribir en tsotsil implica reavivar y conectarnos de nuevo con la historia de nuestros antepasados como parte de un movimiento de recuperación y reafirmación identitarias contemporaneo y el trabajo de la autotraducción comprende la forma de agenciarse en un lugar de sujeto como puente: un ser cuyo cuerpo vive transido por las huellas que deja una vida en el entre-medio de dos culturas y lengua en permanente conflicto, además que por el simple hecho de realizar una autotradución implica una lucha política y de resistencia ante la muerte de nuestra lengua y que es posible dar a conocer el otro.
Quienes trabajamos en un doble registro tsotsil-castellano podemos incorporar palabras de la lengua vernácula a nuestros textos o que escribamos dobles versiones con caminos distintos de la lengua. De quienes elaboramos nuestra producción literaria en esta modalidad casi son la mayoría los hablantes del tsotsil como lengua materna aprendida desde nuestras familias y comunidades en la infancia y otros lo que empiezan a aprender una lengua originaria.
Es importante mencionar que hay que tener en cuenta el grado de dominio de las lenguas que hablamos, la singularidad de las propuestas estéticas, conceptuales, ideológicas y estilísticas de cada escritor se reflejan de diversas formas en sus textos escritos, hasta ahora lo que hacemos se ha difundido como una simple traducción y poca difusión. Porque no se trata de una mera cuestión lingüística, sino tiene que ver con las funciones y el uso del lenguaje, podríamos decir que se apega a una cuestión de prácticas sociales o socionaturales de lenguaje. Y los retos que enfrentamos no es menor, por ejemplo: Tenemos conflictos cognitivos con el lenguaje en los pluralizadores, el género y en los artículos al trasladar el pensamiento al castellano. Dado que en tsotsil solo tenemos dos artículos Ti o Li o la variación Ni en caso de huixtan, en la preposición en tsotsil tenemos uno Ta, mientras en castellano hay varias maneras de nombrarla.
En el campo semántico de nuestra lengua el caso tsotsil, cito una palabra aqui k’anel, para muchos lo han traducido como amor, la realidad es que tiene más de diez acepciones, pedir, requerir, solicitar, solo por mencionar algunos ejemplos. Dado que el amor tsotsil podríamos aproximarnos con el k’uxot ti ko’nton, me dueles en mi corazón, es el aprecio profundo, muchas veces al trasladar al castellano pierde el sentido, en más de una ocasión empobrece el sentido de la palabra. Cada una de las expresiones es llevada a un punto de tensión mayor al estar hablando en dos lenguas. Por ejemplo un poema que está saturado de imágenes en tsotsil tiene complicaciones para pasar al castellano: “k’alal chkuji sjunlej jbakel ta yut jch’ulel/cuando se me acurruca el esqueleto al fondo de la medula”, esta es una aproximación de la traducción, porque la expresión ch’ulel tiene que ver con la conciencia, con el alma, espíritu, al parecer cambia el sentido.
Otro ejemplo es sna’el, muchos traducen una acepción de ella “memoria”, y la realidad sna’el se refiere “recordar, saber y memoria” “Te sts’otet k’uchel yat k’ok’ ana’omal ta ko’nton/te enredas como flamas en los recuerdos de mi corazón, lo de demuestra en este fragmento de la traducción cambio el sentido, sts’otet- implica una figura distinta a la enredadera y representa una diferencia semántica relevante respeto a la palabra memoria, así como yat k’ok/ pene del fuego, pero se traduce como flamas. Algunos matices de sentido se juegan entre las dos lenguas en la autotraducción, por ejemplo “extrañar” es traducido como na’el que es literalmente saber o sabiduría, lo cual en la versión en tsotsil revela un sentido filosófico, mientras en castellano se inclina al plano emocional. Cito otro ejemplo: Sna’ot ti ko’ntone/es como mi corazón esta preñado de sabiduría, una palabra referida a toda aquella deseo o recuerdo que devuelve la esperanza. Estas presencias evidencian el límite de la traducción, es decir, aquello que, a criterio del escritor, no encuentra equivalencia o cercanía semántica entre las lenguas y así revela los puntos de inconmensurabilidad.
Las lenguas presentan modos de significar discursiva y culturalmente no idénticos y que, por lo tanto, están en conflicto y buscan excluirse mutuamente. Ese elemento conflictivo es la diferencia cultural que se revela cada vez que admitimos que hay elementos intraducibles entre lenguas.
En la autotraducción, como en otras formas más convencionales de la traducción, se nos recuerda permanentemente la dolorosa tensión entre consenso e inconmensurabilidad. Por lo tanto, las palabras de una lengua insertadas en el texto en el otro idioma revelan, a la vez, el límite de la traducibilidad y el traspaso de ese mismo límite, el conflicto y, a la vez, la complementariedad expresiva entre lenguas.
Asimismo, la escritura bilingüe invita al lector a realizar el mismo cruce que ha hecho el autor. El gesto ético-político que media en la autotraducción modifica en el lector, aunque no lea ambas versiones, aún estará consciente de su existencia y deberá hacer la elección activa de ignorar una de ellas. En caso de no ignorarla, se abre a la lectura un potencial espacio, es decir, una apertura a la indagación de lo interliminal en los elementos antagónicos y complementarios que pueden hallarse en el cotejo de las versiones.
La escritura bilingüe refleja también otro tipo de cruces de fronteras, de movimientos de tránsito, por ejemplo, en la ida y vuelta entre los ámbitos rural y urbano, los cuales contienen modos de vida, de habla y de relacionamiento diferentes. Su impronta deviene creación poética en el territorio claro e intermedio de la traducción. Por ejemplo al escribir en tsotsil parte de mi lengua originario, aunque la aprendamos la segunda lengua castellana, ingles u otro, las traducciones van y vienen, desde la primera a la segunda lengua y viceversa, y en las vueltas las palabras se pulen entre sí como piedras. Viviendo en las comunidades y en las ciudades, transitando permanentemente el camino entre ambos espacios.
El movimiento pendular de la escritura de los pueblos originarios, que se traza entre los espacios de campo y ciudad y se expresa entre el castellano y el tsotsil muestra una de las posibles maneras de agenciar la propia identidad originaria. En estos tiempos contemporáneos se está dando en las comunidades algunos pensamientos extremos como los de recuperar el territorio y volver a ser de acuerdo a los principios de los ancestros. Algo así como continuar en algún punto lo que había estado interrumpido, volver a ese punto, y seguir desde allí. Para los interesados, entre los que yo también me encuentro, parece una idea maravillosa, una utopía realizable. Yo me conflictuo porque mis planes y mi vida ya estan encaminados en la ciudad: tengo un título universitario, estoy trabajando como docente. Entonces, vivir de acuerdo a la comunidad es complejo: lo que estamos haciendo es armar otra identidad, si bien es cierto, recuperando la identidad anterior, pero también puenteando con lo que estamos transitando en la ciudad.
La formación tsotsil de sí que uno elabora, culmina en la convicción de que hay que armar la propia identidad y no va a ser impuesta de ningún lado, un posicionamiento que acepta lo contradictorio y conflictivo en el traslape de culturas y lenguas: Siendo con nuestras vidas el espacio de convivencia y de conflicto: entre tradición y modernidad, entre lo comunitario y lo individual, entre el idioma originario y el idioma impuesto. Lo que yo hago es seguir viviendo en la ciudad e ir y volver: regresar, tomar fuerzas, contactarme con la espiritualidad que hay en el campo –con las ceremonias que siguen vigentes en mi comunidad– y siendo yo, como soy no más, en la ciudad, sin negar mi origen y construyendo un modo de ser distinto. Campo y ciudad siempre se van entretejiendo en mi vida en constante tensión.
Para ir concluyendo en este plano de la autotraducción, para mí no es simplemente trasladar palabras de aquí para allá en una página, sino que está ligado a mi experiencia personal de vivir de un lugar entre y a través de lenguas. La autotraducción lo concebimos como una forma de traducción cultural, porque hay escritos que visibiliza la importancia de lo sagrado ancestral, las problemáticas contemporáneos, así como la vinculación a la figura expresiva de un rezandero, los símbolos, rituales sagrados del tsotsil.
Como escritor tsotsil, nacido en una comunidad rural, formado en una educación occidentalizante y castellanizadora que borró en su itinerario vital la experiencia directa de la adquisición de la lengua materna por ser de nuestros ancestros, el tsotsil, nos muestra, con su caso, el doblez en el lienzo de la historia nacional. Como parte de un pueblo marginado, estigmatizado, y diezmado por las políticas primero coloniales y luego mexicanas. Para finalizar dejo unas preguntas que es pertinente seguir ahondando en estas nuevas apuestas como escritores ¿Qué nivel de conocimiento tiene el escritor en su lengua y la lengua que lo traudce? ¿Qué tanto conoce el escritor de su cosmovisión y de su cultura así como de la cultura del otro? ¿Qué tanto conoce de la tradición oral que dice conocer? Realmente en la lengua tsotsil es creación y que nivel de creación estamos construyendo en nuestra lengua o únicamente estamos preocupados en la estética en la traducción del castellano? Quizá estas preguntas no se tengan una respuesta en estos momentos. Pero en lo futuro tendremos que trabajar o alguien más lo tendrá que realizar un estudio a profundidad.